Inauguración: 11 de febrero 3:00PM
Cra. 26 #50-94
CASADUCUARA
https://casaducuara.com/
Montaje y museografía: Estey Ducuara
Curaduría: Takaaki KJ
Corrección de estilo: Diego Cruz

PROCESOS Y PAISAJES
En 1955, el artista japonés Shiraga Kazuo (1924-2008), miembro del reconocido colectivo Gutai realizó una acción emblemática nombrada desafiar el lodo, en la cual negoció con una empresa constructora para crear un escenario con un gran charco de lodo húmedo, de material de construcción, frente a Ohara Kaikan en Tokio, donde se llevó a cabo la primera exposición conjunta del colectivo Gutai. Mientras la lluvia se ponía cada vez más fuerte el artista se desnuda y lanza en el lodo, y literalmente lo desafía tratando de dominarlo con un enorme esfuerzo físico y mental, desplazándose con gran dificultad en dicho espacio.
Como otras acciones realizadas por los demás miembros del colectivo, el performance de Shiraga abrió una nueva dimensión en el arte de la posguerra al comprobarnos que el artista como sujeto creador y el material que él interviene, no necesariamente implica una relación armónica, sino también una tensión permanente que rige un proceso de lucha por la dominación difícilmente lograda. Realizado en una época tras una serie de represiones políticas en Japón, a principios de las décadas de la Guerra Fría, la acción de Shiraga causa una sensación nostálgica hacia la época en que el ¨enemigo¨ de nuestras luchas por la libertad aún se percibía de manera tangible.
De alguna manera se puede hacer un paralelo a lo planteado en la acción de Shiraga y el artista colombiano Juan Pablo Romero, quien trabaja en materiales de construcción; sus obras escultóricas apuntan a un cuestionamiento continuo sobre la naturaleza de estos materiales, los cuales son componentes claves de la estructura de la infraestructura urbana, tales como edificios, carreteras y puentes entre otros, y que según el artista son elementos que producen un sistema rígido que marca el límite entre el recinto natural y el entorno habitado por el ser humano.
Como Shiraga, Romero está consciente de la dualidad en la subjetividad artística en relación con los materiales, pues mientras el artista es el sujeto que otorga la forma al material a la hora de plasmar su obra, dentro del contexto social más amplio, los materiales que trata Romero -cemento, yeso y ladrillo entre otros – son elementos que crean tales estructuras, las cuales a su vez se imponen, y psicológica y físicamente nos limitan y encierran. Dicha consciencia de dualidad se podría comprobar por las superficies crudas y formas espontaneas de dichos materiales en su trabajo, las cuales en su mayoría rechazan toda la referencia metafórica a algún objeto mundano.
Al contemplar las obras de Romero dentro de un espectro geográfico e histórico amplio, en este caso en relación con la acción de Shiraga nos permite reflexionar sobre la posición de un artista frente a su producción artística, y también sobre nuestra cambiante percepción sobre el entorno habitable en general, donde las tecnologías y estrategias de control sobre el ser humano son cada vez más sofisticadas y ocultas.
En otras palabras, es importante señalar el hecho de que, como algunos sociólogos han aclarado, a diferencia de los tiempos que vivió Shiraga, hoy en día el poder de control difícilmente es perceptible mediante una presencia tangible como el caso de las paredes que marcaban las hostilidades ideológicas – el Muro de Berlín por ejemplo, o represiones militares con tanques de guerra y cohesiones políticas por agentes autoritarios, circunstancias en las que los protestantes aún podían identificar su objetivo de lucha y ¨desafiarlo¨ mediante su propio cuerpo.
Frente al mundo actual que va emergiendo desde un nuevo tipo de realidad en la que las experiencias de encerramiento hacen parte de nuestra vida diaria, aún estamos lejos de identificar estrategias eficaces para vivir dichas medidas de control. En este sentido, es interesante enfocarnos en una de las series más importantes de Romero, es decir, las construcciones de ladrillo que evocan el arquetipo de un ataúd, como espacio reducido con escaso acceso visual hacia el exterior. Estos espacios de encerramiento relacionados al momento de la muerte, a la vez implican, en contraste con el caso de Shiraga, la imposibilidad de acción de lucha debido a la ausencia o impermanencia de nuestro cuerpo mismo, mientras las estructuras de control siguen imponiéndose de manera inquebrantable.
Al contrario de la acción de Shiraga que demuestra su plena confianza en la capacidad humana de resistencia desde lo corporal, las obras de Romero parecen señalar que, si existe alguna acción viable frente a nuevas estructuras de control, dicha lucha quizás deba partir de nuestra capacidad de imaginación o meditación sobre la muerte, es decir, sobre el momento en el cual nosotros mismos definitivamente nos liberamos de nuestra estructura corporal, que difícilmente está libre de una cohesión permanente.
Takaaki KJ,
Curador
(Corrección de estilo: Diego Cruz)