
SIN HEROES NI TROPAS
Hace varios años un teórico de la antropología fue severamente criticado por argumentar la hibridad cultural latinoamericana con un tono admirador, para resaltar, según la palabra de sus oponentes, la ¨exótica¨ diversidad racial-cultural del continente.
Según estos académicos, hablar sobre la hibridad latinoamericana debe estar ligado con reconocimientos sobre el innegable legado, en el cual dicha diversidad o la necesidad diaria de convivir con el otro, tiene sus orígenes en una violencia, aquella que se ha venido perpetuando a lo largo de la historia de la colonización. Señalan que, la noción de lo híbrido debe entenderse como el producto de la implantación de los aparatos institucionales desde el eurocentrismo, así como las estructuras de la subordinación económica sometidas a los intereses del mercado, dentro del cual las entidades multinacionales juegan un rol decisivo ante el destino de la democracia de cada estado.
Teniendo presente el mapa actual del continente comparable a lo que el filósofo ruso Mikhail Bakhtin (1895-1975) nombró como heteroglossia, marcado por diversas rupturas y voces que narran desde divergentes contingencias sociales y condicionamientos históricos, ¿cuál será la posición de un artista contemporáneo quien se niegan a sumar a aquellos que creen en la magia de la inevitabilidad histórica? Si el rol de una crítica social consiste en re-imaginar el presente con base en una reflexión sobre la posible trayectoria a través del tiempo que hubiera tomado una sociedad en crisis, dicha re-imaginación se debe ejercer desde las vivencias de quienes han atravesado e interiorizado dichas rupturas, como el caso de la artista e investigadora Linda Phillips, quien reside y trabaja entre Caracas y Bogotá.
Distinguida por su formación y carrera pedagógica en el arte y la estética, la artista se vio involucrada dentro de la crisis económica que ha atravesado Venezuela desde el año 2013, desplazándose en el 2017 a Colombia por vías terrestres, un suceso que ha tenido impactos cruciales en su producción visual actual. Al igual que muchos de los inmigrantes venezolanos que dejaron su país natal después de la crisis, para la artista el primer reto al reanudar sus oficios artísticos en el nuevo terreno cultural fue enfrentarse con las adversidades económicas.
Desde su residencia en Bogotá, e inspirada en dicha experiencia del desplazamiento Phillips ha presentado una serie de proyectos importantes, uno de ellos siendo Abstracción Sensible (2017-2019) piezas de pequeño formato intervenidas con esmalte de uñas de diversos colores, y marcos irregulares.
Los esmaltes adquiridos por la artista se encuentran de venta en las calles, un producto de imitación que es consumido por mujeres de la clase más humilde. La artista ha identificado un elemento profundo de indagación en estos frascos de esmalte, la sustancia que diariamente adorna las manos de las mujeres del sector más popular. En Abstracción sensible, la artista transforma los esmaltes en el material clave para sus producciones creativas e intervenciones sobre lienzos, las cuales se pueden entender como una analogía del quehacer cotidiano de dichas mujeres, quienes cada día viven en una sociedad azotada por la constante crisis. Se evidencia que la interiorización de la estética y la autoimagen femenina promovida por las grandes marcas internacionales, no exclusivamente se entiende como el acto de sumisión, sino también de la implícita negociación identitaria.
En otra de sus series titulada El Parlache, la artista utiliza su cuerpo como una fisonomía de la violencia, o un sitio donde se entrecruzan su corporalidad y las huellas de agresiones contra la mujer en una sociedad patriarcal, expresadas en diferentes palabras tomadas del dialecto de la sociedad más marginal de la ciudad de Bogotá. Mediante el uso del formato instantáneo de la fotografía, la serie demuestra como dichas jergas transcritas sobre una superficie tangible, puestas contra el cuerpo femenino nos impactan de forma indeleble, al percibirse en relación con un contexto de intimidad, impacto que muchas veces se desconoce por el sector acomodado de la sociedad latinoamericana.
Con la consciencia forjada desde su experiencia en las teorías del arte así como el inesperado transito desde Venezuela a Colombia, países vecinos con los antecedentes ideológicos marcadamente dispares, las obras de Linda Philips nos conducen a una reflexión sobre uno de los orígenes claves de la sociedad actual e híbrida que vivimos día a día, o una realidad marcada no solamente por la diferencia y la diversidad, sino también por la inconmensurabilidad de voces y miradas, proyectadas desde las tácticas y conocimientos vivenciales para poder habitar en una heteroglossia.
Takaaki KJ
Curador